SIEMPRE HAY QUE PENSAR EN TODO por Alberto Méndez


Por Alberto Méndez

Si miramos a nuestro alrededor veremos que nada es perfecto, por el contrario la incomodidad es la regla y seguramente será más cómodo sentarnos en el banco de un parque que recostarnos vertiginosamente en su césped. Para todos o para algunos la consecuencia de una naturaleza incómoda es la arquitectura. Pero esta idea, original por cierto, no es de quien escribe este texto sino de otro Sr. llamado Wilde.
La idea de perfección, que en apariencia no aparece en la naturaleza, sí aparece muchas veces cuando se intenta conceptualizar al arte geométrico. Existe un ánimo hacia lo perfecto cuando se toma la abstracción geométrica. Pero éste no seria el caso.
En la obra de María de la Vega se reflejan otros modos de arribar a lo perfecto, a lo exacto.
Esa perfección que en apariencia nos presenta tiende a ser fruto u origen de otra reflexión que no guarda relación con el hecho geométrico  conocido como tal. Supuse, es más, estar ante el logro de un método intuitivo carente de reglas. Entonces le consulte, para limitar las dudas. ¿Cuál era su método u orden de trabajo? Respuesta: un no método.
Su amado Roberto Aizenberg siempre propuso una imágen metódica y reflexiva, abarcativa pero distante de un recurso inmediato para aquellos (a veces todos) que miran sin ver.
Ante una mayoría silenciosa de artistas que abrazan la causa  geométrica, me permito decir que las obras de María de la Vega no la presentan como una artista de lo geométrico, porque no lo es.
Para suerte de ella, sus formas y modos de representación la confirman, por encima de cualquier condición y sistema, superándose a su imagen.
Pero si no es geometría, entonces que vemos?
María no deconstruye la realidad, su realidad, su exterior con formas que le son propias. Se vale de ellas para que en sus recorridos de líneas y planos su paisaje sea reflejo de su sonido interior. Nunca abandona lo lúdico en su trazo y dichas situaciones podrían albergar momentos gráficos propios del cómic.
La sensibilidad en su obra no aparece en sus dibujos o pinturas, sino en el aura que a ellos envuelve, hay una cierta magia cercana a lo monumental que los hace distintos dentro del mundo geométrico, tan distintos y reiterativos por igual. No es arquitectura lo que nos muestra pero si posibles relatos de mundos a transitar con la sola suerte de su imaginario.
Cuando empecé a escribir sobre María escuchaba a Caetano Veloso y recordé una anécdota que puede ser propia para este texto. En su época de universidad, Veloso, sin saber si su futuro era la música, un amigo le comentó "tenés que ir a ver a este tipo, esta loco y se que te gustará... Canta para un lado y la melodía va para otro". Ese tipo era Joao Gilberto, Veloso fue a verlo y a partir de ahí cambio su destino o continuó siendo otro.
Desconozco si a María de la Vega le ocurrió algo parecido, pero sus imágenes por encima de sus melodías internas, la muestran lanzada por un discurso intenso más allá de las posibilidades que desde esa superestructura llamada arte geométrico la pretenden controlar...
Por suerte su proyecto de obra sigue siendo otro.